Del azul de Movistar, pasando por el rojigualda de campeón de España hasta llegar al ansiado verdede la regularidad del Tour de Francia. José Joaquín Rojas no deja de probar colores de maillot en dos semanas que le están situando definitivamente, si no lo estaba ya, en la elite del ciclismo internacional. El murciano se ha enfundado hoy el maillot verde de la Grande Boucle tras ser tercero en la meta de Redon, final de la tercera etapa del Tour 2011, resuelta en un sprint masivo en el que Rojas, primero en lanzar el sprint, era superado en última instancia por el ganador, Farrar (GRM) y Feillu (VCD).

El ciclista de Movistar Team hacía valer también su tercera plaza en el pelotón en el sprint intermedio del día para superar en la clasificación a Hushovd y hacerse con un jersey sólo a la altura de los elegidos: “El maillot verde es la recompensa a mucho sacrificio y me hace muchísima ilusión vestirlo. Era uno de los objetivos, junto a ganar una etapa, y estoy demostrando que puedo conseguir los dos”. Rojas analizaba así el complicado final de la jornada:

“Era un final peligroso y después de la última curva he salido un poco atrás y me ha costado remontar. Me la he jugado de lejos, porque temía quedarme encerrado, pero me ha faltado un puntito cuando he bajado un piñón cuando les estaba superando. No he ganado pero si no hubiera arrancado quizás no hubiera cogido el maillot. Me estoy encontrando súper bien y voy a seguir intentándolo”.

El murciano tendrá una nueva opción mañana en la selectiva llegada al Mûr de Bretagne -2 km al 7% de desnivel-: “Mañana volveré a intentarlo, aunque es una llegada dura y tal y como está Gilbert parece difícil ganarle, pero lo pelearemos. ¿De verde en París? Por qué no; si no lo creyera, no estaría luchando por él. He demostrado que estoy a la altura de los mejores y voy a pelear por el maillot hasta el último día”.

El otro protagonista del día en la escuadra telefónica era Iván Gutiérrez. El cántabro se filtraba desde el banderazo de salida en la fuga de cinco hombres que comandó la carrera durante casi 190 kilómetros hasta ser alcanzados a 7 km de la línea de meta: “Ya se sabe que en estas fugas es casi imposible llegar, casi como inmolarse, pero era un día en el que en teoría iba a haber mucha tensión con la subida al puente de St. Nazaire, íbamos cinco, son jornadas de muchos nervios, caídas… y nunca sabes. Me ha pillado bien colocado de salida y me he metido ahí; hemos ido jugando un poco al gato y al ratón con el pelotón durante todo el día, pero sabemos que en esta primera semana es muy difícil llegar. Por delante te pegas una paliza porque son 200 kilómetros, pero al menos te quitas del estrés de ir todo el día en el pelotón, frenazos, arrancadas… es lo comido por lo servido. Donde se verá si tengo buenas piernas es a partir de la segunda semana. Este año soy el veterano del equipo y tengo que cumplir esa función, pero mi objetivo sin duda aquí es buscar un triunfo de etapa. Seguro que va a haber oportunidades en alguna fuga. A ver si puedo coger la buena y llega”.

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