El kazajo superó con su potencia habitual en los últimos metros a Urán, con el que se había escapado a poco más de siete kilómetros de la meta. Cavendish se quedó sin fiesta.



Miles de londinenses caminaban a media tarde cabizbajos por las nobles avenidas que desembocan en The Mall. Frente al Palacio de Buckingham. El lugar elegido para coronar a Mark Cavendish campeón olímpico. Alexandre Vinokourov, 38 años a sus espaldas y una suspensión por dopaje purgada de dos años por una homotransfusión en el Tour de 2007, estropeaba la que iba a ser la segunda gran fiesta del ciclismo británico, tras el Tour conquistado por Bradley Wiggins. Una celebración en la que pudieron colarse Luis León Sánchez o Alejandro Valverde (14º y 18º, respectivamente) de haber sabido rematar la emboscada que montaron en la novena y última ascensión a Box Hill, la colina de 2,5 km al 4,5% que fue la tumba de los súbditos de su majestad.

De salida, un Jonathan Castroviejo "de diez" (calificación de Valverde) se metió en una fuga de la que alguna de sus unidades (él incluido) llegó hasta la meta con el grupo de 24.

Zafarrancho. El zafarrancho final llegó cuando Luisle hundió a Gran Bretaña llevándose detrás a cazadores como Cancellara (caída a 15 km de meta y duda para defender su oro en la crono), Gilbert, Gesink, O'Grady o el propio Valverde. Una guerrilla curtida que con su ritmo convirtió en inútil la crono que Cavendish y los suyos montaron para reducir la diferencia de un minuto sostenida durante 30 km.

El balcón de la reina asomaba y a 7 km, Vinokourov y Urán se lanzaron. Luisle y Valverde hablaban a cola. En una carrera sin pinganillos sobraron palabras y faltó una orden. "Tiré del grupo a tope para ver si Luisle podía entrar en el último kilómetro", explicó Valverde. "Hablamos que le lanzaba en el sprint, pero la gente movía la bici como locos. Me tocaron con una rueda en el gemelo. Faltaron las fuerzas", completó el relato Luis León. Fue Lars Boom. "Dio un bandazo y yo tuve que frenar", cerró Balaverde. Adiós. Vinokourov se convertía en dios y confirmaba su retirada. Urán olía la gloria. Y el bronce se lo colgaba el noruego Kristoff. ¿Y Cavendish? "Hemos sido víctimas de nuestro éxito", sentenció el rey sin corona: 28º.

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