Porte se clasificó segundo y Valverde tercero en Ax 3 Domaines y ocupan esos mismos puestos en la general. Contador, en crisis, ya está séptimo a 1:51 del líder.

Dejemos las cosas claras. Quien desee apostar sobre (casi) seguro debe hacerlo por Froome. La lógica indica que él ganará el Tour. Las matemáticas también le apoyan: la estadística, las pulsaciones, la cadencia y la edad: 28 años, el peldaño que señala la madurez de un ciclista. Por no mencionar a su espléndido equipo. Su exhibición en la primera etapa de montaña confirma estos augurios. No hay carrera. El vencedor de 2013 (mal reintegro) ya está asignado; incluso el segundo puesto. Pueden echar la siesta si quieren. Si alguien estornuda se lo notificaremos. Duerman. Sólo faltan 13 etapas, 2.056 km, el Mont Ventoux y una doble escalada al Alpe d’Huez. Duerman si piensan que Valverde no resistirá, que Contador está acabado y Purito se ha vuelto manso. Duerman bien, aunque sospecho que Froome dormirá algo peor.

Disculpen la ironía, pero es en defensa propia. Me sentía en la obligación de reaccionar ante las numerosas deserciones detectadas desde la tarde ayer. Al igual que los soldados abandonan las armas, numerosos aficionados dieron la espalda a los televisores al observar el triunfo de Froome. Ahora mismo, mantener la ilusión en las opciones españoles es tan suicida como circular en sentido contrario.

Cierto es que Froome hizo ayer un derroche de facultades. Tan imponente fue su ataque en Aix 3 Domaines como el modo en que lanzó la carrera su compañero Richie Porte, segundo en la etapa (a 51s). Tampoco olvido el trabajo del Sky al completo, capaz de controlar la fuga de Nairo Quintana. No hay duda: todos ellos viajan sobre la inercia de una magnífica temporada. Quizá demasiado.

Este año, Froome ganó el Tour de Omán en febrero, el Critérium Internacional en marzo, Romandía en abril y la Dauphiné en junio. Esta última carrera (un Tour en miniatura) le confirmó como gran favorito para todos, excepto para la historia. En los últimos 34 años (Armstrong al margen), sólo Wiggins (2012), Indurain (1995) e Hinault (1979 y 1981) han ganado en la misma temporada Dauphiné y Tour. No son ganas de animarse. Son razones para no perder el ánimo.

El resultado de la etapa, aunque decepcionante, también admite un análisis positivo. Para empezar, Valverde (a 1:08) está bien. Y eso es mucho decir en un ciclista como él, veterano (33) y de extraordinario talento. Lo de Contador es más delicado y dependerá de su cabeza. Si no ha llegado en plena forma tiene días para afinar su puesta a punto (próximo sábado, el Ventoux). Su consuelo ha de ser que en la memorable tarde de Froome sólo entregó 1:45. Pequeña pájara en comparación con otras: Andy Schleck (3:34), Rolland (3:37). Evans (4:13), Pinot (6:00), Hesjedal (8:15), Dani Navarro (9:13), Van Garderen (12:15) y Voeckler (21:38).

Ojo, esto es muy largo. Por eso también siguen en pie Antón (1:45), Quintana (1:45) o Purito (2:06), martirio del Sky en etapas venideras. Froome es fuerte, pero impulsivo. Será difícil que sepa dosificar sus fuerzas, y más de amarillo. Quién sabe si Porte no terminará por asfixiarle.

Y luego está el Tour, que te quiere o no te quiere. Duerman si lo desean. Pero no soñarán nada mejor que esto.

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