Carlos Sastre buscó su suerte en este Giro en la última oportunidad que le quedaba. Se fue por delante con una veintena de corredores, entre los que se encontraba su compañero Marcel Wyss, en el kilómetro 57 de etapa y aguantó con un margen que nunca llegó a los dos minutos más de 120 kilómetros de escapada en la etapa reina de esta edición de la ronda italiana.

“Esta penúltima etapa del Giro de Italia ha sido especial para mí y para mi equipo. Era la única opción que teníamos de poder intentar algo diferente, por eso lo hemos probado desde lejos para intentar el máximo”, comenta el líder del Cervélo antes de coger el helicóptero que le ha de trasladar desde la meta hasta su hotel.

Sastre, que afrontaba la etapa en sexta posición de la general, tenía poco que perder, ya que “después de haber ganado el Tour y haber estado en diferentes podios y muchas veces entre los diez primeros, estar otra vez en esas posiciones no me aportaba demasiado”, añade.

El ciclista abulense se quejaba de la falta de colaboración de muchos de los compañeros de escapada. “He salido a intentar el máximo, pero en este Giro está siendo demasiado complicado encontrar una compañía con la que poder trabajar bien y con la que poder sacar rendimiento a ese esfuerzo. Y sin esa comunicación o esa buena compañía no se ha podido conseguir demasiado”, decía.



En cualquier caso, y pese a perder dos posiciones en la general, no se arrepentía del esfuerzo realizado. “Estoy satisfecho de haberlo intentado y de haber luchado hasta el final en este Giro de Italia en el que un equipo como el Liquigas ha controlado desde el principio al fin de una manera muy sencilla”, concluía Sastre.

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